La figura de Jesús de Nazaret, yo diría, es una figura de consenso en su ejemplaridad. Tanto devotos como ateos, chapados a la antigua como modernos o postmodernos, conservadores o revolucionarios ven en ella un modelo a seguir. De ahí la fuerza y la permanencia del mensaje a través de los siglos y las circunstancias más diversas.
Es la imágen de la bondad radical.
Y esa bondad radical permite la redención. Incluso la de aquel "pecador que se arrepiente en el último minuto", porque ese arrepentimiento le permite "abrazar plenamente" esa bondad radical. Y ese es el gran abrazo que transforma.
En este punto enlazan ambos acontecimientos: la figura de Cristo y el cambio de año.
En estas fechas, habitualmente, tod@s recapitulamos. Nos hacemos propósitos y nos creemos durante estas fechas especiales, que seremos capaces de sostenerlos y mantenerlos. El iracundo se ve capaz de gesionar mejor su ira, el tímido de permitirse brillar con luz propia, el mentiroso de ser honesto y auténtico, el arrogante de ser humilde.
Desde estas páginas yo quisiera desearos a tod@s l@s que me leeis que tengáis el acierto y el coraje de convertir esos propósitos en permanentes y disfrutéis de un año deextraordinaria plenitud.

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