Nadie es un extraño, el mundo y tu sois uno.

Insphirados nace bajo el amparo y la bendición de Pujya Swami Rameshwarananda Giri Maharaj, de cuya luz, entrega y sabiduría bebe este blog. Esta plataforma tiene como humilde pretensión ser un lugar de encuentro, de reflexión y de andadura para todos aquellos que bajo la inspiración de Swamiji han decidido ir en busca de la Verdad. Cada cual al ritmo de sus posibilidades, con mayor o menor acierto, con mayor o menor constancia. Todos son bienvenidos.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Este pasado lunes asistí a un encuentro mensual que lleva el título genérico de Caminando. Desde aquí, muchas gracias Marta Schröder, a tí y a todo el grupo que comparte esos momentos.
En esta ocasión partíamos de la posible distinción entre "presente" y "ahora", e intentábamos ver si son conceptos idénticos o no, en cuyo caso veíamos donde radica la diferencia en la percepción que tenemos de ellos.
Este camino de investigación nos llevó a trabajar sobre una metáfora, una analogía en la que aparecen una pantalla, una proyección y un "yo" como espectador. Las metáforas son prácticas, son útiles para seguir una línea de exploración. Pero al utilizarlas corremos el riesgo de forzar las analogías para apropiarnos de la realidad. Tendemos a identificar objetos y aspectos para hacerlos encajar en la visión de conjunto que queremos construir.
Consciente de ello, propondría solo unas pinceladas en las que coincidimos todos los presentes. Coincidimos en que la pantalla es lo inmutable, está siempre y es idéntica a si misma independientemente de cualquier circunstancia.
Por otra parte hay una película, que proyecta un proyector sobre la pantalla. Esta película es una ficción sujeta a un guión.
Y existe también un espectador, un espectador que tiende a identificarse con la película, a vivir esa ficción y, de alguna forma, a hacerla suya.
Podríamos forzar las lecturas y pensar qué es el proyector, qué es la lente, qué es la cinta física de celuloide, etc. Pero posiblemente eso nos alejaría de la claridad en la visión que queremos identificar.
Visto esto, convinimos también que el presente forma parte de una secuencia, de una secuencia que conecta pasado y futuro. Hoy me escribía Marta, el presente se puede vivir. Por tanto el presente es mutable, implica movimiento, tiene principio (el fin del pasado) y final (el comienzo del futuro). Forma parte de la proyección y de esa vivencia del "yo"espectador.
El ahora, es. No tiene principio ni fin. Simplemente, es. Y, como también hoy me escribía Marta, el ahora sólo se puede ser. El ahora es "el reino de la pantalla", que preexiste a cualquier proyección. No la afecta la calidad de la película, o que el cine esté lleno o vacío. Es inmutable e idéntica. Es quietud.
Hoy pensaba que de hecho muchas lenguas ya nos explican esa característica del presente como nexo continuo entre pasado y futuro. Sin ir más lejos, el inglés lo define como "present continuous". O la forma francesa de "en train de..." como presente. En el presente nos desplegamos. El ahora es, como mucho, un latido.
El presente, lo que tiene principio, se da en nuestra mente, porque nuestra mente necesita poner límites. María, compañera del grupo, hablaba de "disfrutar del presente". Y, claro, disfrutar del presente hace necesaria la parcialidad, elegir y apropiarnos de lo mejor de ese espacio de tiempo.
Creo recordar que era Facundo Cabral quien, en una de sus magistrales introducciones a una canción, decía: "En el principio, no hubo principio". Las últimas aportaciones de la física cuántica apuntan a eso. El universo no sería fruto de una singularidad infinitamente densa que explosionó en un Big Bang, dando por inaugurado el universo y el tiempo. Más bien propuestas recientes apuestan por un universo que siempre existió, como la pantalla.
Nuestra Torre de Babel sigue intentando reducir la Verdad a algo antropomórfico. El reto es dejar de luchar y trascender ese combate.

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